18 agosto 2007

Filan Feniz

¿Les ha pasado algo raro alguna vez?... a mi me acaba de pasar algo; dije que no iba a escribir, asi que no escribiré, solo explicaré lo sucedido de forma rápida, concisa y didáctica.

Primero fueron momentos de angustia, pena, hasta un poco de enojo superficial, pero siempre con un ánimo taciturno.

¿Después?... un poco de reflexión, un poco de dudas, un poco de razones e ideas, y después silencio... un largo silencio... de esos silencios en que sientes que el cerebro se puso a dormir, y pasan las ideas y pensamientos a una velocidad espantosamente lenta e insegura, como un caracol con distemper (si es que existen)...

Tratas de pensar en algo, pero otro pensamiento se pone encima, lo ves y se escapa; vuelves a intentar recuperar el otro, pero cuando casi lo tienes se te ocurre otra cosa... y así por muchas medidas de tiempo que no sé cuales son exactamente...

Después de eso, llega un momento crucial de cruce de ideas, proceso de palabras y conceptos, un poco de flujo sanguíneo en ciertas partes del cerebro, después en otras... y llega... llega ese momento... un muy lento momento; no estas muy seguro si en cada instante dejas pasar un minuto, o seis horas y un cuarto... pero pasa tiempo sin que lo puedas calcular muy exactamente...

Y en un instante tan largo como la trayectoria de una idea tras tus ojos cerrados (no lo puedes medir, pero tienes la sensación de que es un momento instantáneo, pero de mucho contenido), pasa lo que nunca te atreviste a pensar concretamente, pero sabes que siempre iba a terminar así.. que siempre la solución hubiera sido esa salida... ese término... término...

Fin...
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Hace mucho tiempo, en dos tierras lejanas muy lejanas, vivían dos personas, cada uno más alejado del otro...

Se conocieron y en exactamente dos minutos y algunos segundos se conectaron; cada uno tenía ya un amigo nuevo en su lista, cada uno escribió el nombre de la otra persona en su lista de conocidos...

Más tarde en esa misma y amplia fracción de tiempo, se miraron, se miraron atentamente, cada uno poniendo atención en uno de los ojos del otro, y después en el otro ojo, y después en los dos... esa mirada trajo consigo una sonrisa, que cada uno contagió más al otro hasta estar los dos muy contentos. Si hubo que conversar, se conversó, y estas dos personas no tuvieron problemas en dejar de lado pequeñeses como dormir o comer para poder mirarse y sonreír y hablar durante muchas horas... el nombre de la lista de cada uno, fué inundado en un mar de tinta de destacador...

Un poco después, pateando dudas de un lado a otro, cada uno se acerco un poco más al otro, hasta que se encontraron... ese encuentro ninguno lo planeó, pero los dos lo querían; ninguno sabía si lo quería o no, pero el plan era perfecto... dulcemente perfecto...

Los días pasaron, las nubes pasaban y le contaban a la luna un interesantísimo secreto que ellas veían cada día en la tarde... las risas, llantos, caricias y abrazos eran los protagonistas del espectáculo que la cordillera miraba y comentaba con su hermano el mar...

Fotografias, canciones, investigaciones, comentarios, besos y más risas nos contaban nuestra propia historia cada vez que nos rodeaban y cuchicheaban entre risillas cada detalle que delatábamos y nos hacían ver como niños jugando a encontrar un duende en el jardín...

El tiempo pasaba, y las rondas de voces cantantes del tiempo nos enseñaban y regalaban nuevos paisajes y nuevas rimas que cada segundo sabía hilar con un abrazo o una sonrisa entre nosotros, festejamos el paso del tiempo y reíamos ante las explosiones entre las nubes...

Más que una época, es un pedazo de un libro de las crónicas de un par de vidas que por azar se cruzaron, y por destino caminan juntas. Recorrieron un pedazo del mundo, saludando las olas del mar y alimentándose de la brisa oceánica solo para regalarse una sonrisa, un beso, un abrazo y un pedazo de tiempo que nunca será borrado de la historia...

Caminar juntos, tomados de la mano, mirándonos y sonriendo mientras nos acecábamos más y más al horizonte, fué el mejor regalo del destino hacia la vida de un único ser... ¿olvidar? ¿quien habló de olvidar?, una de las mejores épocas de la vida de una persona no se pueden borrar, ni un puntero blanco, ni una lobotomía serán capaces de borrar algo tan importante, y recuerdos tan hermosos....

El tiempo seguía trotando su largo camino, dejando bien marcadas sus huellas de advertencia... tropezar y llevar consigo a la otra persona a suelo por no querer soltar su delicada mano, magulló a estas dos personas repetidas veces... la terquedad los levantaba y los empujaba para seguir corriendo... nisiquiera un descanso fué admitido. Pero el cariño, y sobretodo esas sonrisas gratuitas que eran capaces de aniquilar cualquier intento de quietud, se sobrepusieron y no dieron paso a un solo segundo de tristeza...

El tiempo seguía trotando incansable hasta que una de sus huellas pareció cómoda, y la pareja se sentó en el borde a mirar el paisaje, mirarse el uno al otro, pensar en el camino recorrido, analizar su pasado itinerario, divisar los caminos separados a seguir de cada uno intentando alcanzar al tiempo y finalmente darse una sonrisa más, un abrazo más y una palabra de cariño más antes de partir...

El cariño profesado por cada una de estas personas no ha muerto, es cada día más fuerte, y cada día demuestra al mundo que lo intangible sigue más solido que nunca... nunca faltará una sonrisa cada día y una palabra de ánimo para seguir corriendo tras el tiempo que se pierde en el horizonte; cada uno sigue un camino paralelo, pero nunca se perderán de vista; cada momento es idóneo para hacer trampa, acercarse, regalar un abrazo, una sonrisa, y seguir corriendo más tarde...

No estás en mi lista de personas; tienes un santuario especialmente construido para tí en mi universo, el cual puedes recorrer cada vez que quieras, y me encontrarás sentado en la rama de un árbol esperando a que llegues para mirarte una vez más y regalarte una flor de la parte más alta entre las ramas y hojas. Ninguna sonrisa o palabra de afecto será más grande que la que tengo guardada para cada día que vengas a visitarme a mi árbol preferido, el cual reservo solo para visitas como tú.

1 comentario:

Rodolfo dijo...

realmente bueno compadre... haces parecer lindo lo que tantas veces es un hecho de los mas dolorosos...
se que estaras bien asi como tambien la clau... sin duda hoy creo que dejaste claro que no es el fin... si no mas bien un interesante giro en este libro que diariamente escriben ambos.
les deseo muchisima suerte, han dado cuenta de madures y de un cariño que va mucho mas allá que solo una historia de amor...

suerte en su historias individuales y aun mas suerte en lo mucho que les queda en su nueva historia juntos...