22 octubre 2006

Alma, Infancia, Madurez y Banalidad

Iba yo en mi estimadísima micro cuncuna motorizada colectiva, mirando a través de la invisible superficie de la ventana cuando veo algo que me hizo pensar en millares de conceptos durante una fracción de segundo mientras seguía en mis asuntos.

Una moto, un hombre, un disfraz... o tal vez solo vestimenta anacrónica.

Una moto chopera' adornada con cueros, remaches, alforjas imitando baúles, una bandera con tres calaveras, dos estoques y una inscripción: "Capitán Blade". La moto perforaba el viento de la pista conducida por un hombre cercano a los cuarenta años, vestido con pantalones grises abombachados, altas botas negras de corsario, camisa blanca con vuelillo al frente y en las mangas, chaqueta burdeo, grandes guantes de cuero, frondosa barba gris, pelo largo y mal cuidado coronado por un sombrero negro de tres puntas, y para finalizar con broche de oro, un florete sujeto a la cintura y un ojo malo en su rostro. ¡Era un pirata!, no un adulto inmaduro disfrazado para divertir a infantes despreocupados, era un verdadero pirata perdido en el espacio y tiempo.

Esto me hace pensar.

Bienvenidos a nuestra infancia; a los bosques de fantasía plagados de duendes y bestias en el jardín trasero; a las persecuciones de alto riesgo de peligrosos criminales entremedio de autos estacionados a las puertas de nuestras casas; a las galerías subterráneas a mundos olvidados bajo el pasto... algo ha pasado.

Si intentásemos recolectar un puñado de figuras de acción, un grupo de amigos y la iniciativa de un experimento de regresión temporal, ni la más férrea voluntad podría astillar el sólido muro que la madurez nos fortifica hacia nuestra inocencia, los maceteros como junglas y cojines como fortalezas impenetrables no podrán ser vistos nunca jamás. Toda aquella magia caótica de éxtasis fantástico queda enterrada bajo años de un condicionamiento racional y esquematizado creado por nosotros mismos. Suena horrible, nosotros nos hemos encargado diligentemente de hacer cada vez un poco más gris nuestro entorno, transformando todo lo emocionante en leyes físicas y mitología.

...¿Pero es todo tan catastrófico?, para nada. El hecho de madurar nos hace ser más observadores, más perspicaces, más agudos en nuestros análisis y conclusiones, nos hace ser más concientes de nuestro entorno y nos da el poder de controlarlo a cabalidad. Entonces, ¿por qué una fantasía de infante nos alegra tanto?, la respuesta es lo más simple, lo primero que se nos viene a la mente, pero que aplacamos por sonar "simplón”…

No crecemos espiritualmente, nuestras almas son una imagen fija, solo cambiamos las herramientas para administrar nuestro entorno y a nosotros mismos, pero seguimos siendo siempre lo mismo. Ahora preferiremos estar cerca de nuestra pareja, compartir momentos de convivencia con amistades, cultivar nuestros conocimientos especializados, formular proyectos a futuro; todo con la misma disposición soñadora y entusiasta que expresábamos a los seis años.

Lo que me pasó al ver a nuestro llamativo personaje, fue una llama de nostalgia de la infancia, nostalgia de ese poder de ensoñación tan directo y tangible. Paradójicamente tangible como queremos razonar, y fantástico como queremos evitar.No podemos regresar a la niñez, pero sí podemos maravillarnos de ella y de su poder de alegrar un momento del día tan solo con una imagen. Ver niños dotados de la ambrosía del ensueño, es francamente reconfortante, pero no poco recurrente; ver un adulto que aún posea ese añorado poder, que te salude con una sonrisa en su rostro orgulloso de su quimérica herencia, realmente te da esperanzas de un mundo más trascendente que solo asfalto, petróleo y hierro.

8 comentarios:

Rodolfo dijo...

notable hueon!!! realmente notable. He pensado acerca de lo que expones infinitas veces y me parece que tienes toda la razon, poco a poco vamos perdiendo la capacidad de asombrarnos, ¿por que?
creo que la respuesta esta en tu propio texto, solo por la ambicion de controlar a cabalidad nuestro entorno... pero ¿por que controlar?, solo creo que es por desconfianza, desconfianza a no encontrar en el mundo lo necesario para vivir, desconfianza a aquello que no puede explicar y por tanto tampoco predecir...
quizas el temor venga de lo inutiles que somos fisicamente en comparacion al resto de las bestias que habitan la tierra, lo cual debemos suplir con la razon que mas que darle encanto al mundo, lo despedasa como el niño que rompe sus juguetes para saber como funcionan... que pasa al final, no entiende nada y se queda sin juguete!!!

Cenicienta dijo...

Yo creo que por más que uno intente comprander su entorno, nunca lo va a poder controlar. Tú puedes darte cuenta de las cosas que pasan a tu alrededor, pero depende de ti agregarle ese toque de mágia a cada una de las cosas que ves...
Creo que uno sí crece espiritualmente, a través de las experiencias, pero ese crecimiento involucra también conservar aquello que nos hizo bien, que nos hizo aprender y que nos permite ver el mundo de una mejor manera. Pienso que, pese a que es necesario madurar y en ocasiones, acyuar como adulto (jajajaja), también es necesario conservar ese espítitu de niño que se hace feliz con cosas pequeñas, que no le prova sonrisas a la gente y que no se avergüenza de disfrutar de algo que puede parecer muy cotideano...

Con respecto a lo que dice Rodolfo de asombrarse, me acordé de algo que siempre me decían en diseño: "Las personas han perdido su capacidad de asombro", por eso es necesario, que nosotros como futuras generaciones, aprendamos a asombrarnos con cada cosa que veamos, que nos asombre el funcionamiento de todo o la belleza que podemos encontrar en el mismo jardín de nuestras casas.
Yo creo que todo está en nosotros, en cómo queramos ver la vida.

Me acordé de BIG FISH, la viste?
(ése es un buen ejemplo)

Cenicienta dijo...

Pucha, no leí lo que escribi antes de enviarlo y ahora caché que escribí mal un par de cosas. Acá van las aclaraciones:
(*) Prova: PrIva
(*) Comprander: ComprEnder

Besos, te quero muchito

Cenicienta dijo...

ES EL HERMANO PERDIDO DE TITOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!

Palideces dijo...

personalmente discrepo contigo marikita con vestido

la unica razón por la q no ves los cojines como fuertes y las plantas como jungla es pq "t sientes estupido" si lo haces. Y qué?... es acaso tan malo parecer estúpido cuando no hay nadie q t juzque más q tu mismo??
En mi caso, si bien es cierto que ya no está la incocencia de aquellos años, la imaginación puede verse potenciada a recrearla tal cual, una vez q tomo un GIJoe en mis manos. Y - pico pal que lo lea - puedo sentirme de iwal a iwal con el muñekito de accion ese.

Yo creo q cosas como el saber ser niño no se pierden. Uno se va deshaciendo de ellas de a pokito.

Lo maravilloso de ser niño en cualkier momento y poder jugar con mis primos chicos como si yo tuviera su edad es impagable.

Puedo hacer eso y tambíen estar cerca de mi pareja, compartir momentos de convivencia con amistades, cultivar mis conocimientos especializados y formular proyectos a futuro de iwal manera.

me fui en volá pero es sólo pq tu escrito genera opinión!

cuidate flaco, wena entrá, en volá nos vemos
shau

Pedro dijo...

Jajaja sipo si estoy de acuerdo, tu eres como el viejo que ví, que todavía puede hacer eso, yo aunque trate ya no lo logro de la misma manera y por lo mismo admiro al que puede.

Tal vez no me quede tanta abstracción, pero no es porque me sienta estupido haciendolo, sinó porque simplemente no puedo fantasear tanto quizá por años de entrenamiento en lo políticamente correcto, o simplemente porque es una magia que se va deshaciendo.

Por lo mismo mastereo Changeling, que se trata de eso jaja, por lo que veo amarías ese juego :p

Pedro dijo...

Serás el ídolo de góticos, emos, y depresivos varios ;) jaja

Urlik dijo...

Yo le he dado muchas vueltas al asunto, mal que mal todos los sábados almuerzo y salgo a “jugar a los soldaditos con mis amiguitos” como dice mi señora y claro jugamos con las dichosas miniaturas que con tanto esfuerzo hemos pintado y nos olvidamos de los problemas disfrutando la tarde como “cabro chico”
Pero definitivamente no tiene la misma magia que cuando uno es chico, esa deliciosa magia que tanto uno añora, sin embargo ahora la redescubrí, ¡SI! La respuesta es increíble, la magia del infinito asombro revive en la siguiente generación, ahora cada vez que veo brillar los ojos de mi hijo maravillado de la vida, puedo volver a sentir eso a trabes de él.