Viejo de mierda...

Como para que no me etiqueten de machista, aquí la contraparte masculina del roñoso engendro descrito en capítulos anteriores...

Veamos, se trata de unos pintorescos humanoides de baja estatura, piel arrugada (algunos estudiosos del tema postulan que se trata de su tiempo de vida y prolongada exposición a los rayos UV...), pelo corto y sucio, y su mayoría regordetes. Poseen dos variantes, los de dudosas emisiones olfativas, y los pasados a Axe...

En la mayoría de los casos, estos seres se movilizan en mercedes con chofer como todos nosotros (o también conocidas como "micros"). Se suben en manadas de al menos dos ejemplares al contenedor (o micro), si son más de dos, establecen su territorio en los últimos asientos de la micro, y hablan un idioma propio, de voz baja y rasposa. Por lo que se puede entender tienen extendidos conocimientos acerca de la farándula lacuartera.

Una costumbre habitual es sentarse de a dos, pero no en la misma fila de asientos, sinó en la misma columna, uno en un asiento de ventana y el otro en el de atrás inmediato. Tienen balbuceos inteligibles pero con no más de ocho vocablos identificables repetidos en distintas conjugaciones, y con un distinguible acento tránsfugo.

Si viajan solos, agarrense negros que vienen curvas. Se sentarán con las rodillas lo más abiertas posibles, y los codos hacia los lados, haciendo uso de la mayor área posible, para cuando uno decida sentarse, quede apoyado en el hombro del tipo que vá en el asiento de pasillo del otro lado de la micro. Seguido a esto, comprarán un helado, lo abrirán sin sacar el papel, y devorarán botando por lo menos la mitad (para después patearla). Acto siguente, bajar la mano con el papel, esperar unos segundos y dejarlo caer, como si uno fuera un reverendo idiota y no se diera cuenta. Los más aguerridos, simplemente abren la ventana, y arrojan la basura a nuestras amadas calles de la gran capital. Este es el momento indicado para descargar nuestra ira.

Estos engendroides poseen una habilidad natural similar a los guanacos. Mientras transitan por espacios públicos, tienen el hábito de hacer un pequeño gesto con el hocico (los más ortodoxos y misericordiosos pueden decir "labios"), y un poco agradable proyectíl viscoso volará describiendo una acrobática parábola, para finalmente caer en el milimetro cuadrado exacto destinado por la criatura en cuestión.

En cuanto a aberraciones hormonales se refiere, estos atados de pellejo tienen la agradablísima costumbre de apenas tienen en su ángulo de visión a alguna fémina de nuestra especie (no de la suya, descrita más abajo), se inclinan de sus asientos para "admirarla" con la boca entreabierta, y la mirada sospechosamente baja. Si van en grupo es aún más pior, porque hacen una sutil señal, y la manada completa bajará la vista (asumo que sus globos oculares serán muy pesados...), y como de costumbre, emitirán extraños balbuceos.

Un detalle importante a recalcar, es el momento en que hacen ingreso al enlatado humano (de nuevo refiriendome a los microbuses urbanos), tienen una tendencia natural a aglutinarse en la parte trasera del contenedor. Si el habitáculo está lleno con varios pisos de personas, no importa, empujarán y se arrastrarán, pasando a llevar, bolsos, mochilas, cabezas, bolsas, carteras, lo que sea, con tal de llegar hasta el fondo del vehículo de acarreo.

Si alguien a tenido la grandiosa idea de quedarse hasta muy tarde en algun club nocturno (reférase a pub's) que ofrezca el servicio de "after hour", o simplemente no cierren hasta tarde, se encontrará con la grata sorpresa de verlos inmiscuirse en nuestro centro de distracciones habitual. Se separarán en modalidad de sentinelas para registrar el lugar en busca de nuestras amadas señoritas bien parecidas (hablando en términos ideales...), y asecharlas desde un punto estratégicamente dispuesto para abarcar un óptimo ángulo de visión. Moverán sus extremidades de una forma distorsionadamente similar nosotros, pero de un modo macabramente pseudo-erótico, usualmente sosteniendo algún líquido con una posible dosis de no-alcohol en una mano.

Poseen una sociedad cuasi-adaptada a modo de engambre, que los dota de valentía subjetiva al encontrarse en grupo y alejados de cualquier amenaza de defensa. A raíz de esta deformidad social, adquieren hábitos como vociferar frases de "alago" (...) a sus objetivos cotidianos, desde la seguridad de vehículos en movimiento, o emplazamientos elevados (ej.: edificios en construcción).

Hay especímenes de coraje, que osan hacer uso de estas habilidades de metacomunicación invasiva, aguerridamente cerca de sus objetivos; si nuestra estimada víctima se encuentra sola, probablemente, hará uso de una o dos frases, lo suficientemente inteligentes (contra estos arrollados de tejidos no es difícil), como para reducir al atacante al nivel de una polilla, o un tebo. Si se trata de un ejemplar lo suficientemente falto de astucia, e intenta la misma táctica cerca de alguno de nosotros (refiriéndome a nuestra especie, en su modalidad masculina), probablemente recibirá azotes y desmembramientos, o al menos, un tratamiento de shock verbal no despreciable.

Existen muchas más actitudes identificables en estos engendros urbanos, pero no merecen tanto espacio en el ciberespacio. Comentarios y agregados de información son agradecidos.