Vieja de mierda...

¿La conocen? , a que si.

La pueden encontrar fácilmente en la vía pública, es una vieja de estatura más o menos baja, regordeta, de pelo corto (corte de niño, no de mujer), con una cartera y siempre contando monedas en la mano. Cabe recalcar que hablo de "viejas" no "señoras" que independiente de la edad, son mamíferos totalmente distintos.

Por ejemplo. Viene la micro en la mañana (sea esta la primera, segunda, o cualquiera que tomes, pero siempre que haya harta gente), y se amontonan todos para subir a la micro. Esta señora va a estar en la mitad de la amalgama humana, y en vez de pagarle al chofer solo va a decir "¿pasa por san guchito?" (en vez de preguntarle a otro transeúnte como todo el resto de los mortales), el estimado chofer le hará un gesto de NO con desprecio y la vieja de vuelta empujando a todos poniendo cara de "juju me equivoqué" ganandose gruñidos y graznidos varios. Y obviamente uno como buen sortudo que va al final, tiene que subirse cual acrobata a la micro en movimiento y bajar unos cuantos kilos al comprimirse con las puertas mientras que se cierran.
(honestamente más que "vieja de mierda" se conoce más como "vieja desvirginizada"... en fin...)

Después si ya estás en la micro, te sientes donde te sientes, si tuviste la fantástica idea de sentarte en el lado del pasillo, vendrá con toda su humanidad a aplastarte y si está cerca de otra de la misma especie, comentará lo mal educados que son los estudiantes de hoy... (de este caso ya se habla en otro blog, así que seguiré con otro...)

Una costumbre de estos engendros es el de subirse a la micro y embutirle un billete de cinco mil pesos al queridísimo chofer (en vez de hacer como todo el resto de corrientes humanos y buscar quien te lo cambia por ahí), ganandose más gruñidos y balidos; y uno que tiene que tratar de hacerse de monedas de cien y de diez para no empezar la mañana con los balbuceos de estos choferes de micro (disculpando la expresión...).

En las estaciones de metro tampoco fallan, les son un mercado importante a estas empresas del desagrado con patas. No se si alguna persona se haya percatado, que abajo del letrero de "Caja Rápida" en algunas ventanillas de las boleterías, dice claramente "Pago Exacto"; yo creo que si, pero todos como buenos trozos de carne con ojos, pagan con lo que tengan igual, pero siempre con algo de respeto (hasta monedas de 500); adivinen... llega nuestra amada vieja de mierda con su habitual billete de 5 lucas, y obviamente tiene que recojer los billetes del vuelto uno por uno y acomodarlos cuidadosamente en su porquería de billetera, para después guardarla con toda calma en su sucia cartera, y después recojer una a una las monedas (casi revisando el año de cada una) para meterlas en su apestosa chauchera, en vez de hacer como nosotros los hermosos estudiantes y gente común y arrastrar todo el vuelto a una mano y guardarlo después.

Una vez en el andén para que detallar. Se organizan en manadas para en determinadas estaciones, entrar en estampida arrollando a todo el valiente que ose interponerse con su implacable furia. Una vez adentro continuarán con su balbuceo entre ellas.

Lo peor y sin duda más macabro de estas aberraciones de la urbe es encontrárselas en lugares de espera que no gocen del ruido de un motor de micro o metro. Imaginemos nos encontramos en la fila de un banco para pagar alguna cuenta, cuota, retirar dinero, dejarlo, robarlo, etc..., estamos en medio de la cola, con un grupejo de estos sucios especímenes atrás nuestro. Se podría decir que todo está bien si tenemos audífonos y buena música, pero si estás sin pilas, o no tienes que escuchar preparate para el infierno sobre la Tierra. Lo primero que empezarán a comentar, es acerca de sus enfermedades y achaques varios, relatando a lujo de detalles el funcionamiento de su organismo y la cantidad de pastillas que deben tomar para cada una de sus multiples y desagradables disfuncionalidades. Créanme que después de eso a nadie le quedan ganas de almorzar (o tomar once, o cenar, o desayunar o lo que sea por las siguientes ocho semanas)...

Tambien podemos vernos asediados por el odio cuando vamos tranquilamente en nuestra diaria odisea hacia nuestros templos del saber y nos encontramos con estos humanoides cerca nuestro (siempre por lo menos de a dos), y hablan como siempre de sus interesantísimos temas, y una de las dos va mirando por la ventana sin escuchar nada y cada cierto tiempo le hace repetir todo a su par, haciendo que esta suba el volumen progresivamente para asegurarse que hasta el chofer quede al tanto de las copuchas de la titi, la poti la, tati, y la puti...

Odio también esa reventante costumbre de llevar al niño de 8 años en brazos y volcar toda su masa lípida sobre uno, que llega a trizar la ventana con la cara por la presión (imagínense en verano...), como si uno fuera cual colchón.

Ahora, si se nos ocurriera la fabulosa idea de sentarnos en los primeros asientos, algún día cerca del medio día, Murphy el implacable nos sodomisará como siempre enviándonos uno de estos monigotes, con alrededor de cuarenta y ocho bolsas de supermercado, y con la intención de sentarse justo al lado tuyo (y no en algun otro de los 30 asientos restantes atrás, pero que quedan demasiado lejos para ellas...); ¿que hace?, se abalanza con todo su armamento de nylon al punto de casi partirte las piernas en fragmentos varios, y uno tratando de poner su mejor cara.


Esta es de las peores. El modus operandi es bastante simple, se las arreglan para sentarse al lado de la ventana, y seguido a esto esperan a que se suba un heladero o chocmanero (o lo que sea dependiendo de la estación), ahí lo llaman, le pasan casi un cheque y les compran todo el arsenal de golosinas y basuridades. Ahora a aguantarla comiendo con cara de viciosa, que el chocman, que el helado, que los suny, que las cazuelas, que las gomitas etc... dejando caer el helado que se derrite, las migas del queque bañado en "chocolate", y un largo etcétera (si fuera una muchachita bien parecida me daría hambre, pero no, tenía que ser nuestra estimadísima vieja...)

Que más decir, son infindades las situaciones en que uno de estos sacos de sangre te fijará como objetivo mucho antes de que puedas darte cuenta y huir, y te asediará con todas sus milenarias técnicas de desagrado...