02 marzo 2011

Devastación y claridad...


Click aquí antes de empezar a leer:


Pero que notable espectáculo de luces y cámaras revoloteando alrededor de un bosque de enredaderas y helechos gigantes gustosos de cubrir con alevosía todo atizbo de luz o huella. Qué felicitable quien logra encontrar un túnel entre miles de hojas afiladas, espinas, selva y ciénagas turbias llenas de vapor y algas reptantes.

Lograr salir y observar la totalidad del caos de naturaleza y desorganización entrópica de descontrol bestial de la abundancia de ideas y complicaciones autoreferentes de ramas y lodo sobre la persona. Lograr ver desde afuera ese repugnante, casi erótico baile de incertidumbres y tentaciones termina siendo una de las experiencias más liberadoras y reconfortantes de la última era.

Solo una mano que es capaz de encontrar al individuo y sacarlo del núcleo movedizo selvático para poder retomar el control sobre su propia verde y frondosa creación, merece ser aplaudida y agradecida con un lugar dentro del vasto panorama exterior que parecía perdido.

Permitirse el beneficio de observar desde afuera el desarrollo y término de un lastimero puñado de violentos sucesos ariscos que nadie pudo domar, logra dar una sensación de potencia y poder de mando casi prácticamente absoluto sobre esa asquerosa masa verde que creció y se enmarañó sobre si misma.



Esa región pantanosa selvática intimidante y casi siniestra que nadie quisiera habitar, no solo logra ser observada, expuesta como un hedonista ser ansioso de exhibición, sino que a su vez recibe un aluvión de hojas y trillas férreas e implacables que arrasan con toda señal de enraizamiento o primitiva vida caprichosa e impetuosa. El terreno consigue reconstituirse como una gran área de lodo y sinuosos capilares fluviales, un área atractiva, fértil, reconfortante e irresistible.

En el horizonte nacen siluetas nuevas y heterogéneas, como burbujas sin limitación física surgiendo de un viscoso fluido de alquitrán prehistórico. Se dibujan formas de animales desorganizados y desorientados que sin entender el cambio y devastación del caos, se acercan temerosos pero inexplicablemente excitados por la visión de un lugar tan absolutamente atractivo para sus instintivos impulsos que ni ahora ni en un millón de años lograrán entender o dominar.

Pronto el terreno en una desbocada revolución de vida, conflicto y desafíos por control y propagación, se verá invadido por una oleada de fértiles explosiones verdes y selváticas anheladas por todos y bajo un control exquisitamente nuevo, resistente como la queratina a toda entropía estática y autodestructiva que en algún momento reinó sin frenos, como agua venenosa en los cauces retroalimentados e interminables de una jungla ingobernable.

Reclamad vuestra herencia. Que comiencen los juegos...

No hay comentarios.: